Si bien para 1930, las principales ciudades colombianas tenían su aeropuerto, Medellín había quedado excluida de las posibilidades, pues se consideraba inviable todo proyecto aeronáutico, por las montañas que la rodeaban, por los montes que se asientan en pleno valle y por las corrientes de aire que se crean.

Quienes deseaban viajar en avión, debían llegar hasta Puerto Berrío en tren, tomar un hidroavión hasta Barranquilla y de ahí, tomar el vuelo hasta el exterior.